El Imperio otomano, que tuvo vigencia desde el año 1299 hasta el 1923, fue uno de los grandes imperios de Occidente.
En su época de máximo esplendor ocupó parte de Europa, África y Asia, y
se ubicaba alrededor de lo que hoy conocemos como República de Turquía.
Este imperio se caracterizó por su gran potencia militar, la cual era
temida por todos sus territorios aledaños, y por acabar con lo que
quedaba del Imperio bizantino,
a la vez de arrasar con otros grandes imperios. Llegó a tener 29
provincias bajo su control y diversos Estados vasallos que le rendían
tributo.
El Imperio otomano llegó a su fin luego de diversas derrotas y una decadencia política y social, pero no fue hasta luego de la Primera Guerra Mundial, después de más de 600 años de poder, cuando se disolvió por completo.
Ubicación del Imperio Otomano
Durante sus comienzos, el Imperio otomano fue uno de los más pequeños
Estados turcos, surgido por la decadencia del Imperio selyúcida.
Sin embargo, a medida que pasaron los años fue controlando de forma gradual todos los Estados turcos hasta llegar a conquistar el Imperio bizantino.
Luego de diversas fases de expansión bajo diferentes gobiernos, para el 1683, su año de máximo esplendor, el Imperio otomano llegó a ocupar gran territorio de África, Asia y Europa.
Los orígenes del Imperio Otomano
A pesar de que la actual Turquía era sin duda el corazón del Imperio, es erróneo emplear otomano como sinónimo de turco. El término otomano hace referencia a la dinastía que gobernó el Estado
durante toda su historia y cuyo fundador era el líder de un pequeño
principado turco en la Edad Media conocido como Osmán u Ottman.
El pequeño principado otomano fue creciendo en la Península de Anatolia a costa de un Imperio Bizantino
en continuo retroceso y de una hábil política de conquista y alianza
con el resto de estados turcos de la región. A comienzos del siglo XV,
los otomanos controlaban un vasto territorio a los dos lados del Mar de
Mármara y la caída de Constantinopla era solo cuestión de tiempo.
Características del Imperio Otomano
Entre las principales características del Imperio otomano podemos destacar que:
Su origen se debió a la decadencia del Imperio selyúcida.
Contaba con un gran poder militar, gran cantidad de soldados entrenados para las guerras y los armamentos necesarios.
Su religión oficial era el Islam, aunque toleraba otras religiones bajo la paga de impuestos.
El idioma principal era el turco otomano, pero además hacía uso del griego, árabe y persa.
Su máximo esplendor fue durante el 1863, cuando contaba con más de 5 millones de kilómetros cuadrados de territorio.
Su economía se centraba en la ganaderia, pesca y agricultura.
Su principal moneda de cambio era el akçe, el kurus y la lira.
Su forma de gobierno fue monárquica, en parte absoluta y en parte constitucional. Además, desde el año 1517 en adelante, predominó el califato.
Economía del Imperio Otomano
La economía del Imperio otomano se basaba en la exportación de productos procesados y materias prima hacia todo el Occidente, tales como especias y seda.
Además de ser autosuficientes, producían alimentos para el consumo propio y exportaban por demás. Sus actividades comerciales de producción consistían, en su mayoría, en la agricultura, artesanía, ganadería y pesca.
Al tener un gran control territorial, sobre todo de los mares, los otomanos se convirtieron en intermediarios de casi todo el comercio del continente europeo. Aprovechando su poderío y expansión, realizaba el transporte de cargas comerciales y exportaciones.
La decadencia y la caída del Imperio Otomano
La decadencia del Imperio Otomana fue
lenta y el Imperio resistió mucho más de lo esperado, hasta el punto de
ser conocido como el “hombre enfermo de Europa” durante el siglo XIX.
Incapaz de contener el auge de los
nacionalismo periféricos, el Imperio Otomano se fue desgajando,
particularmente en Europa. Su posición geográfica central en el tablero
del “Gran Juego” de la dominación de Asia que disputaban los nuevos
imperios, el Británico y el Ruso, le hizo ser un actor clave en las
alianzas y asegurar su supervivencia.
Sin embargo, ahogado por las crisis
políticas internas, un ineficiente y atrasado aparato militar y una
economía que no había sido capaz de industrializarse, el Imperio Otomano
sucumbió tras la I Guerra Mundial. Su territorio fue dividido entre las potencias vencedoras y el primer presidente de la actual República de Turquía, Mustafa Kemal, abolió el sultanato en 1922.
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