El Imperio Persa ( también conocido como imperio aqueménida) fue un imperio que se extendió entre los años 558 y 331 a.C.
en el actual territorio de Irán y, durante su esplendor ocupó los
actuales países de Irak, parte de Egipto, Afganistán, Pakistán, Armenia,
Jordán, Turkmenistán, Omán, Turquía, Siria, el Líbano y Yemen entre
algunos otros.
El Imperio persa aqueménida fue un Estado imperial de la Edad Antigua, fundado por Ciro II el Grande, que en el año 550 a. C. se independizó de la dominación de los medos.
Este imperio fue el primero y el más extenso de varios Estados que tuvieron por epicentro la meseta del Irán y que son conocidos con el nombre de «Imperio persa».
Ubicación del Imperio persa
El corazón del Imperio aqueménida estaba situado en el suroeste de la meseta del Irán, territorio al cual los persas llegaron alrededor del 1200 a. C., procedentes de Asia Central.
En su época de su mayor apogeo, hacia el 500 a. C., se extendía desde
el mar Mediterráneo oriental, por el oeste, hasta el río Indo por el
este. Y desde el Cáucaso, el mar Caspio y el río Amu Daria, por el
norte; hasta el Golfo pérsico y el mar Arábigo por el sur.
En aquel entonces abarcaba los territorios de los actuales Irán,
Irak, Turquía, Armenia, Georgia, Siria, El Líbano, Israel, Palestina,
Jordania, Egipto, Chipre, Afganistán, Pakistán y partes de Libia,
Grecia, Bulgaria, Rusia, Turkmenistán y Uzbekistán.
El arte del Imperio Persa
En cuanto al arte del imperio persa, descuella la estela de Behistún,
donde bajo una imagen alada de Mazda hay un relieve en el que se
representa a Darío I pisoteando a Gaumata vencido, y debajo un resumen
de las campañas de su reinado. Se conservan también los restos del
palacio de Darío I en Persépolis, incendiado por orden de Alejandro, y
la tumba del mismo rey en un acantilado de Nakch-Rustem, cerca de la
capital.
Imperio Aqueménida
Imperio Aquémida fue un importante imperio que llegó a ser la mayor potencia del mundo
durante muchas décadas, siendo su dominio tan solo detenido por la unión
de los más poderosos pueblos griegos.
Teniendo lugar entre 550 a.C. y 331 a.C.,
este imperio fue capaz de expandirse desde Asia Central hasta Grecia y
Egipto. Gracias a sus conquistas y sus grandes líderes como Ciro II, fue
capaz de convertirse en el imperio más grande del mundo hasta ese
momento.
Sus únicos rivales en el mundo fueron los griegos, siendo derrotados por ellos en las Guerras Médicas primero, y más tarde siendo el macedonio Alejandro Magno quien terminó con la dinastía de los aqueménidas.
Características del Imperio persa aqueménida
Las principales características del Imperio persa aqueménida fueron las siguientes:
Era un Estado multiétnico dominado por los persas, de origen ario o indoeuropeo.
Su máxima autoridad era un emperador, llamado «rey de reyes» en las inscripciones persas.
Su forma de gobierno era la monarquía absolutista, centralizada y hereditaria.
Tenía 4 ciudades capitales, una para cada estación del año: Persépolis, Pasargada, Susa y Ecbatana.
Estaba dividido en provincias llamadas satrapías, a cargo de un gobernador o sátrapa.
Tenía un sistema bimonetario, ya que circulaban a la vez 2 monedas: el dárico, de oro, y el siclo, de plata.
Su economía se basaba en la ganadería, la agricultura, las
artesanías, el comercio de larga distancia y el cobro de tributos a los
pueblos conquistados.
El idioma oficial era el persa antiguo, que se
escribía en una variedad de escrituras cuneiformes. También se hablaban
el acadio, el elamita y el arameo, el cual sirvió de lengua de
comunicación interregional.
Su religión oficial era el zoroastrismo, que fue predicada por el profeta persa Zoroastro o Zarathustra.
Religión del Imperio Persa Aqueménida
Los persas profesaban una religión revelada por el profeta Zoroastro o Zarathustra, quien vivió en el siglo VI a. C., y que se impuso como misión desterrar el politeísmo, la magia y el sacrificio de animales. El libro sagrado de esta religión era el Zend Avesta, que proclamaba la existencia de 2 dioses en continua lucha: Ahura Mazda, la representación del bien y la luz, y Ahrimán o Angra Mainyu, la representación del mal y la oscuridad.
Los persas creían en el libre albedrío y en el juicio final,
donde el espíritu de los muertos era juzgado sobre la base de sus
acciones en vida. Esto definía la posibilidad de acceder a la vida
eterna.
El zoroastrismo carecía de templos, los persas solo levantaban
altares al aire libre en los que el fuego debía arder permanentemente.
Fin del Imperio Persa Aqueménida
Hacia el 338 a. C. el rey de Macedonia, Filipo II,
había sometido a toda Grecia y se preparaba para invadir Asia Menor. Sin
embargo, 2 años después fue asesinado y el trono recayó en su hijo
Alejandro, quien acusó a los persas de la muerte de su padre.
Luego de imponer su autoridad sobre Grecia, en el 334 a. C. Alejandro
reunió un ejército greco macedónico de 40.000 hombres y cruzó al Asia
Menor, donde derrotó a las tropas de los sátrapas locales en la batalla del Gránico.
Luego tomó las ciudades jonias y se dirigió hacia el este. Un año
después derrotó a un ejército persa dirigido por Darío III en la batalla de Issos.
Mientras Darío regresaba a Persia, Alejandro atravesó Fenicia y
Palestina y entró en Egipto, donde fue recibido como un libertador.
En el año 331 a. C. el ejército de Alejandro derrotó a los persas en la batalla de Gaugamela.
Darío huyó del campo de batalla, pero fue asesinado por sus nobles.
Alejandro tomó entonces Babilonia y luego las ciudades de Susa,
Persépolis y Ecbatana. Persépolis fue incendiada para vengar la
destrucción de Atenas durante las guerras médicas.
Luego de aplastar los últimos focos de resistencia en el noreste de
Persia, Alejandro se instaló en Babilonia, donde fundó un nuevo imperio
que se desintegró luego de su muerte, en el 323 a. C.
Imperio Sasánida
Durante años, Persia fue gobernada por los helenistas descendientes de Alejandro Magno
y más tarde por los Partos, no siendo hasta el 224 d.C. que la región
fue gobernada por los Sasánidas para volver a traer al gran Imperio
Persa. El Imperio Sasánida se mantuvo hasta el 651, cuando la evolución del islam y las posteriores conquistas mongolas terminaron con cualquier intento de Imperio Persa.
El resurgir del Imperio Sasánida
le sitúa como una de las dos grandes potencias del mundo en aquel
momento, siendo tan solo el Imperio Romano, y más tarde Bizancio, quien
le podía disputar esta posición. Fue el enfrentamiento entre Bizancio y
los sasánidas, una guerra larga y con mucho desgaste, lo que terminó
provocando que ambos fueran derrotados por el islam.
Aunque fuera
una potencia tan grande, no fue tan importante en comparación con los
aqueménidas, siendo su mayor extensión todo Irán, Irak y partes del
Mediterráneo, Arabia y Asia Central.
Imperio Safávida
Tras años de gobierno musulmán, en 1501 la dinastía safávida creó un gran imperio
en la región de Irán o Persia. Durante años, esta dinastía fue
aumentando su influencia por la zona de la llamada Gran Persia ocupando
ciudades reafirmando la identidad de la región valorando la vuelta a los
orígenes de los antiguos imperios persas. Por ello, fueron los primeros
desde los sasánidas en conseguir un Estado persa unificado.
Gobernando
entre 1501 y 1722, el Imperio Safávida llegó a ocupar las regiones
actuales de Irán, Azerbaiyán, Bahrein, Armenia, Georgia, Irak y
Afganistán, además de partes de algunas naciones como Turquía o
Pakistán. La etapa de esplendor terminó tras una serie de rebeliones que
llevaron al fin de la dinastía que había devuelto el esplendor a
Persia.
Dinastía Afsárida
Los últimos años del Imperio Safávida están marcados por una serie de revueltas de distintas tribus culturales de los persas, siendo las más relevantes de ellas el pueblo Afshar, que durante la gestión del líder Nader Shah fueron capaces de llegar al poder tras el derrocamiento de los líderes afsáridas.
La
debilidad del antiguo monarca había generado que los enemigos de los
persas, siendo los más importantes los turcos y rusos, ocuparan algunas
de las zonas más relevantes de los iraníes. Fue Nader Shah mediante la
acumulación de poder en la región persa que fue capaz de crear un ejército lo suficientemente grande como para expulsar a los invasores y más tarde ocupar el puesto de los safávidas.
La dinastía Afsárida gobernó la región de Persia durante unos 60 años,
consiguiendo una extensión del imperio persa que no había sido posible
desde la época de los sasánidas. Tras la muerte de Nader Shah, sus
descendientes tuvieron que enfrentarse a problemas dinásticos y a los
ataques de los otomanos, que finalmente terminaron con esta importante
dinastía.
Dinastía Kayar
Tras la caída del Imperio Afsárida, fueron los miembros de la familia Kayar los que ocuparon la gestión
del imperio persa, gobernando entre los años 1785 y 1925. Aunque la
idea de los Kayar era recuperar la relevancia que Persia había tenido en
siglos anteriores esto fue imposible, y su gestión sufrió numerosos
reveses por el cada vez mayor poder de los rusos y otomanos.
En una época de guerras, los persas sufrieron los numerosos ataques británicos,
quienes ocuparon parte de la región y fueron los culpables de grandes
hambrunas que debilitaron a los persas. Toda esta inestabilidad terminó
conllevando una serie de revueltas y revoluciones que terminaron con los
Kayar y con el cada vez menos reconocible imperio persa.
Dinastía Pahlaví
Para terminar este resumen del imperio persa, debemos hablar sobre el último gobierno de Persia
y cómo esta civilización, que en varias ocasiones fue la mayor potencia
del mundo, ha terminado siendo una nación más en el mundo.
Los Pahlaví gobernaron el Imperio Persa entre los años 1925 y 1979,
hasta que fueron derrocados por la revolución islámica y el nacimiento
de la región de Irán y final del Imperio Persa. En estos últimos años el
Imperio Persa tenía poco que ver con los antiguos dominadores del
mundo, y tan solo era una pequeña región del mundo que cada vez era más
común que sus intereses fueran modificados por las peticiones de los
grandes países occidentales.
El final de Persia y el nacimiento de Irán hace que en la actualidad no podamos hablar del gran Imperio Persa como tal.
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